En Dachau, a 13 km de Múnich, se encuentra uno de los lugares más tristes y terroríficos de Alemania. Es un lugar que fue testigo y escenario de acontecimientos inhumanos que nunca debieron haber ocurrido, pero que ocurrieron. Hoy, es un recuerdo estremecedor pero necesario, ya que ese recuerdo nos pone de cara a situaciones terribles, y nos hace tomar conciencia y afirmar que nunca mas deberán ocurrir. Este lugar es el Campo de concentración de Dachau, el primero de los campos de concentración que funcionó en Alemania. Empezaré mi relato explicando que un campo de concentración no es lo mismo que un campo de exterminio. El primero es un lugar de detención y trabajo, mientras que el segundo es, literalmente, una fábrica de muerte. Sin embargo, esto no significa que en el campo de concentración de Dachau no haya habido muertes ! Se calcula que entre su creación en 1933 y su liberación en 1945, pasaron por este lugar mas de 200.000 prisioneros provenientes de diversos países de Europa, y alrededor de 45.000 murieron allí, es decir, aproximadamente 1 prisionero de cada 5. Muchos fueron asesinados, pero otros también murieron por las malas condiciones de vida. A esto se suma que, a principios de 1945, se desató una epidemia de tifus, por lo que hubo que evacuar el lugar, situación en la que también muchos prisioneros fallecieron.
Este campo fue construido en el lugar en el que otrora había funcionado una fábrica de pólvora. En marzo de 1933 llegaron los primeros prisioneros, quienes, al igual que los que llegaron mas tarde, fueron tratados de manera cruel e inhumana, física y psicológicamente. Basta ver que en un predio de 4000 metros cuadrados, sólo una pequeña parte era utilizada para albergar a los prisioneros, quienes dormían hacinados en un frio pabellón con literas precarias. El mentor de este campo fue Theodor Eicke, y al ser el primer campo, sirvió de modelo para los que siguieron. Los detenidos eran uniformados, rapados y maltratados, y fueron los encargados de trabajar para poner en valor el lugar.
Apenas se llega al sitio, hay que caminar un poco entre bosques para llegar a la puerta de acceso al campo. La misma es una réplica, ya que la original fue robada en 2014, aunque dos años mas tarde se la recuperó y hoy es exhibida en el interior del museo. Es un chiste de mal gusto la inscripción que posee esta puerta: Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres).
Una vez ingresando, hacia la derecha de la entrada, empieza la exhibición. Hay imágenes y objetos que muestran clara y contundentemente el terror que se vivió dentro de esos muros. Ropa, carretillas, elementos de tortura, todo catalogado y explicado de manera clara como para recrear la vida de los prisioneros durante su estadía en el campo.
En el patio central, un monumento conmemorativo da escalofríos. Un manojo de cuerpos cadavéricos entrelazados nos lleva a imaginar y reflexionar sobre el sufrimiento y la muerte por los que debieron atravesar los prisioneros.
En la parte principal de la exhibición se puede ingresar al lugar en el que los prisioneros comían, se bañaban y dormían. Hacia el final del predio se puede llegar a un espacio en el que se había empezado a construir la cámara de gas, pero que finalmente nunca fue utilizada.
Este predio se convirtió en un Museo Conmemorativo gracias a la iniciativa de los sobrevivientes y familiares de fallecidos en el campo, y abrió sus puertas en 1965.
Ustedes se estarán preguntando....¿y por qué debería visitar un lugar tan triste y trágico? Pues porque sólo así podremos tomar conciencia y reflexionar sobre lo innecesario, cruel y absurdo de este tipo de políticas de aniquilación. Sólo así podremos entender al menos un poquito lo que fue el verdadero horror, y afirmar la necesidad de que no se repita. Los alemanes tienen una consigna: NO OLVIDAR. Es por eso que en todos partes del país en los que se vivió el horror, hay recordatorios. Eliminar e ignorar estos espacios sería como poner la basura bajo la alfombra o como intentar tapar el sol con un dedo. La verdad, por mas dura que sea, no debe ser escondida o destruida, sino que debe ser un pilar de aprendizaje, enseñanza y reflexión. Visitar este lugar es muy crudo, mucho mas que mirar películas sobre el tema o imágenes en un libro. Visitar este lugar te estremece de verdad !!! La visita, al menos cuando yo fui, costaba 4 euros y la duración del recorrido es de dos horas y media. Vale la pena ponerse, por un ratito nada mas, en los zapatos de los prisioneros de Dachau. Este Museo es historia viva. Te invito a recorrerlo.