domingo, 28 de mayo de 2023

AMSTERDAM. LA FRUTILLA DEL POSTRE

    

  Si bien es cierto que  Ámsterdam es una ciudad bien conocida y afamada por diversas razones, no era una de esas ciudades a las que moría por ir. De hecho, fui a Ámsterdam porque estaba incluida en el paquete que contraté en mi último viaje, pero no porque fuera una de mis prioridades. Sin embargo, debo confesar que Ámsterdam me sorprendió y se ganó un merecidísimo lugar en el ranking de los destinos más bellos para visitar.

   Ámsterdam es la capital de Países Bajos. Comienzo diciendo que Ámsterdam fue la frutilla del postre de mi viaje, porque antes de llegar allí visité otras localidades de Países Bajos. Por ejemplo, el primer sitio que visité de ese país fue Middelburg, capital de la provincia de Zelanda. Hermosa y sorprendente, sin monumentos históricos que mostrar, Middelburg es una localidad visitada por los turistas locales debido a sus hermosas playas sobre el Mar del Norte. Su plaza y centro son muy acogedores, pero en invierno es solamente un lugar de paso, para caminar un poco, comer algo y seguir viaje.







        El camino desde Middelburg me condujo a conocer los famosos POLDERS, que son lo que hacen que estos lugares sean llamados Paises Bajos. Los polders son vastas extensiones de tierra ganadas al mar gracias a un sistema de diques construidos paralelamente a la costa que drenan el agua de la zona que se quiere ganar al mar. Luego, se le saca a la tierra  la sal que dejó el mar y allí se construye o se cultiva. Este sistema hoy por hoy es muy sofisticado, pero en la antigüedad, allá por el siglo XI, los habitantes del lugar lo hacían con los famosos molinos de viento que constituyen la típica estampa de Países Bajos.




        A continuación visité Rotterdam, la ciudad más baja de Países Bajos, ya que se encuentra a - 2 msnm. Tiene un puerto muy importante, de hecho uno de los mas importantes de Europa. La ciudad es  muy moderna ya que durante la Segunda Guerra Mundial un bombardeo  la destruyó en 20 minutos y tuvo que ser reconstruida. Lo único que quedó en pie de esa época es la Catedral de San Lorenzo. Su centro posee un inmenso mercado techado y sobresalen las originales y únicas casa cubo. Pero la verdad es que Rotterdam no me impactó en absoluto. 







        Uno de los barrios de Rotterdam se llama Sheidam, y es conocido por tener los molinos de viento más altos del país. Esos molinos (que hoy ya no funcionan) fueron utilizados otrora para preparar la ginebra, bebida originaria del lugar.

        Ya entrando la noche llegué  finalmente a Ámsterdam, donde me esperaba un ferry que me llevaría a dar un paseo nocturno por los canales de la ciudad.  Es una experiencia que les recomiendo a los visitantes de Ámsterdam. El paseo duró una hora y media, y  recorrí absolutamente todos los sitios de la ciudad, que me deslumbraba a cada instante, mientras saboreaba una deliciosa selección de quesos holandeses, cortesía de la empresa. Ver Ámsterdam desde sus canales  es algo totalmente diferente a verla desde la tierra. Vale la pena.





        Ya de día visité un barrio muy coqueto en el que las casas tienen 100 m2, muchísimo para Europa en general y para Países Bajos en particular, dado que en el país no hay espacio para construir viviendas tan grandes. pero como este barrio, llamado Reikermolen, está en las afueras, la gente adinerada puede darse el lujo de construir estas casas espaciosas y con todas las comodidades. En ese lugar se encuentra el molino más famoso de Ámsterdam, que es el molino de Rembrandt, artista muy reconocido en su época, nacido en Leiden. Antes de la pandemia, el dueño permitía que los visitantes entraran para ver su mínimo interior, pero ya no. Igualmente se puede ver este hermoso molino desde afuera, en un entorno paisajístico muy bello y cercano al río Ámstel.




        Recorrer Ámsterdam es una experiencia increíble. Sus casas son sumamente angostas, y mas bien altas y profundas, debido a la falta de espacio y a que, en la antigüedad, los impuestos se pagaban en función del ancho del frente de las casas. Los techos, siempre en punta, tienen variados estilos: rectos, escalonados, en forma de campana, o de cuello. En las viviendas de varios pisos (no mas de cuatro en general) no hay ascensores, solo escaleras, y las ventanas no tienen cortinas, quizás porque en otra época, los protestantes decían que no era bueno tener algo que esconder. Y lo más increíble es que a lo largo de todo el río existen las casas flotantes ! con todo el confort y que son muy pero muy caras ! 





        Ámsterdam es una ciudad de jóvenes, con muchas Universidades y museos. Los canales y los puentes que cruzan el río Ámstel le dan un estilo único y espectacular. Hay que tener, eso si, mucho cuidado con las bicicletas. Aunque en la ciudad hay novecientos mil habitantes, hay mas de un millón de bicicletas, cuyos conductores circulan muy rápido y sin ningún tipo de miramientos para con los peatones. Es un verdadero peligro !  
 

        Desde  la Estación Central parte la calle principal de Ámsterdam, la calle Damrak. Y ya que estamos, cuento que el término DAM significa dique, y entonces las ciudades llevan el nombre del río que las atraviesa y Dam detrás. Es decir que Ámsterdam significa Dique del rio Ámstel. Volviendo a Damrak, es una calle muy comercial que tiene restaurantes, bares, negocios de todo tipo y una iluminación bellísima. 



   La calle termina en la Plaza Dam alrededor de  la que se encuentran los edificios importantes como  el Palacio Real (aunque  los reyes no residen ahí , sino el La Haya). 



        Otros lugares que,  para mi,  hay que ver en Ámsterdam son:
  •  la Plaza de los Museos o Museumplein. En torno a la misma se encuentran el  Museo Van Gogh, el Museo Contemporáneo o Stedelijk, el Museo de Rembrandt o Rijksmuseum, el Museo de los Diamantes, etc. 
  • En el barrio Jordaan se encuentra la Casa en la que estuvo escondida Anna Frank y su familia. Para visitar este lugar es necesario sacar entradas online con mucha anticipación.
  • Imperdible también es dar un paseo por  "las Nueve Calles", espacio lleno de vida, comercios, restaurantes, gente...y bicicletas !!!
  • Interesante también es darse una vuelta por el Mercado Flotante de flores, en el que venden bulbos de tulipanes y también recuerdos para llevar a casa. 



        Ámsterdam fue , como dije al empezar, la frutilla del postre de mi viaje. La visité un poco por obligación, pero terminó impactándome de tal manera que superó ampliamente mis expectativas.  Es un lugar muy interesante, donde la vida, la edificación, la gente, todo, es muy diferente a lo que había visto en Europa hasta el momento y, obvio, muy diferente al lugar en el que vivo. Es un país en el que todo funciona, pese a que esto es a costa de que todo se paga y todo se multa, Pero aún así es un país en el que uno tiene la sensación de que todo es como debe ser. Me fui con la satisfacción  de haber visitado este maravilloso país y con muchas ganas de volver algún día.

Dejo un videito para que disfrutes la maravillosa Ámsterdam






















sábado, 13 de mayo de 2023

LA MARAVILLOSA GANTE

   

      Por alguna razón Bélgica había sido desde hacía  tiempo un destino al que deseaba ir.  No sé bien qué es lo que me atraía de ese país, pero creo que sus ciudades medievales, su historia y, sin dudas, probar su chocolate, que es ciertamente el mejor del mundo. Ya en una entrada anterior me referí a Brujas, que era la  ciudad que más deseaba conocer. Pero bien de cerca le seguía Gante, la ciudad natal del rey  Carlos V de Alemania y I de España, que tanta relación tuvo con América y su conquista y con la reforma Protestante. Y finalmente tuve la suerte de poder visitarla.

    El nombre de Gante  proviene del celta ganda  que significa Confluencia. Tiene lógica , ya que la ciudad se sitúa en la confluencia de los ríos Lys y Escalda. Está a medio camino entre Bruselas, capital de Bélgica, y la popular y magnífica Brujas. En el pasado medieval fue una ciudad comercial muy próspera, sobre todo gracias al comercio de la lana. Era, después de París, el núcleo urbano mas grande de la época.  Actualmente es centro universitario y cultural, y es la segunda ciudad más importante de Bélgica. Que no te asuste el idioma. Si bien el oficial es el neerlandés, los belgas hablan francés, alemán y, obvio también entienden inglés. Es muy fácil recorrela, ya que los lugares importantes se encuentran en torno al centro histórico.

    Un muy buen lugar para empezar el recorrido es la Catedral de San Bavón, lugar donde se realizó la fundación de Gante en el año 630, aunque la iglesia data del siglo XV, y sustituyó a otra levantada en el siglo XII. No te podes perder el interior de la misma. Es de tal magnificencia que no se puede explicar, hay que verlo. Lamentablemente, cuando yo fui, la gran obra de los hermanos Van Eyck  Adoración del Cordero Místico se encontraba en restauración y no pude verla. Pero sin embargo y aún así, la catedral es un imperdible en Gante.

               


    De allí, podes continuar por la calle Sint Baafsplein hacia el Ayuntamiento de Gante, un bello edificio que mezcla estilos Renacentista y barroco. 

    Siguiendo la calle Botermarkt, llegarás de inmediato a la Torre del Reloj del Campanario Municipal de Gante, también conocida como la Torre Belfort. Las torres del Campanario eran puntos defensivos de la ciudad.  Su construcción se remonta al año 1380. Es inevitable, una vez que admiraste el edificio del campanario, notar una estructura super moderna que desentona con el entorno medieval. Se trata del Stadshal  City Pavillion, el cual forma parte de un proyecto de modernización de los espacios públicos de la ciudad. Yo, sinceramente, lo sacaría.

                                       

    Luego, si caminas por la calle Sint-Baafsplein  llegarás al mágico Puente de San Miguel. El mismo cruza el río Lys, pero lo más maravilloso es que, si te detienes en el centro del puente y miras hacia atrás desde donde venías, tienes una fabulosa vista de la ciudad y sus torres. En el camino al puente verás también la Iglesia de San Nicolás, que data del siglo XIII, una maravilla gótica. 

           

    También , desde el centro de puente, podrás ver dos íconos de Gante, como son los muelles de Graslei y Korenlei. Los mismos, situados a ambas orillas del río, fueron los centros comerciales del Gante medieval, y están enmarcados por fachadas antiguas, embarcaciones, amarraderos y, por supuesto, bares y restaurantes.

    Cruzando el puente de San Miguel, podrás llegar al muelle de Korenlei por la calle de su mismo nombre. Un poco más adelante, la misma cambia de nombre a Jan Breydelstraat. Cuando llegues al puente  Hoofburg, crúzalo para llegar al Castillo de los Condes de Flandes (Gravesteen), perfectamente conservado, incluso su foso defensivo.




    Desde el Castillo podés cruzar el puente Vleeshuisbrug hacia la Groentenmarkt. En ese lugar hay un barcito maravilloso llamado Koffie Thee, donde venden unos waffles que son inolvidables. Yo comí uno simplemente con azúcar impalpable, pero su suave sabor crocante y dulce me resultó inigualable.

    Me fui de Gante con la felicidad de haber cumplido otro sueño mas. No me desilusionó en absoluto: Gante es un lugar que merece la pena una visita. Si andas por ahí, no lo dudes. Visitalo, recorrelo, disfruta de sus callecitas únicas, que te transportan al pasado en cada esquina. Gante es un lugar del que no me voy a olvidar y al que, seguramente, volveré algún día.