A tan solo 192 kilómetros al sur de Berlín se encuentra una joya de la arquitectura y la cultura de Alemania. Un lugar increíblemente bello, al que las malas intensiones y los odios de la Guerra no pudieron quitarle su brillo y esplendor. Me refiero a Dresde.
Dresde, conocida como la Florencia del Elba, es la capital del Estado de Sajonia, y se encuentra recostada sobre las orillas del río del mismo nombre. Esta ciudad experimentó un momento de esplendor mientras fue gobernada por la monarquía Wettin hacia el año 1547, en que Dresde y el Estado de Sajonia se convirtieron en la región más importante del Sacro Imperio. De ahí en adelante, la ciudad fue pasando por momentos de estancamiento, sucesivas invasiones, resurgimientos culturales....Pero el golpe de gracia lo recibió hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Bajo el nombre de Operación Trueno, en febrero de 1945, poco antes de la rendición alemana, la ciudad fue devastada por un feroz ataque de la Royal Air Force, con la ayuda de la fuerza aérea estadounidense. Fueron 300 bombardeos !!!, en los que llovieron 1800 toneladas de explosivos sobre la ciudad. El ataque se materializó en dos pasadas consecutivas de 20 minutos cada una. Su centro histórico y cultural fue convertido en escombros, al igual que las viviendas de los civiles, y hay discrepancia sobre el número de muertos, pero todas las cifras los ubican entre los 20 mil y 35 mil. Este bombardeo fue uno de los acontecimientos mas controvertidos de la Segunda Guerra Mundial, y se lo caracterizó como una "tormenta de fuego" y la "vergüenza de los aliados" , ya que fue catalogado como un hecho "innecesario y cruel". Hasta el mismísimo Churchill, Primer Ministro británico, expresó: "Me parece que ha llegado el momento en que debería revisarse la cuestión del bombardeo de ciudades alemanas simplemente por aumentar el terror, aunque bajo otros pretextos. La destrucción de Dresde es un serio interrogante contra la conducta de los aliados". Si él lo dijo.....Pero.....cuáles serían esos pretextos? Bien, cuando Hitler llegó al poder, Dresde, cuna y semillero de grandes artistas y arquitectos, se convirtió rápidamente al nazismo y en cabecera ferroviaria de los trenes que conducían prisioneros a los campos de concentración y a las tropas alemanas hacia sus respectivos destinos. Además, era una zona industrial que abastecía de armas al ejército alemán. Pese a esto último, Dresde era conocida como centro cultural y turístico, por lo que se cuestionó duramente el ataque a la ciudad. Según un informe de los propios estadounidenses, se destruyó el 23% de las industrias pero al menos un 50% de las viviendas. Aún así, tanto británicos como americanos defendieron el ataque, por ser la ciudad un punto militar estratégico. Lo cierto es que, tras la guerra, se inició un proceso de reconstrucción que llegó hasta los años 90. Durante los primeros tiempos, la ciudad quedó bajo la órbita soviética, por lo que muchos de los edificios que se ven en la ciudad responden al estilo soviético: edificios de hormigón de líneas simples. Hacia 1952 la ciudad fue devuelta a Alemania. Su centro histórico fue reconstruido conservando el estilo original de la antigua y bella ciudad, lo que la convierte en un lugar indispensable para visitar si estás por Alemania.
El recorrido podría iniciarse en la Theaterplatz: Allí se encuentra la escultura ecuestre de bronce del rey sajón Johann. A sus espaldas, podemos ver la Semperoper, ópera estatal de Dresde, edificio considerado como uno de los teatros mas impactantes y bellos del mundo. Fue diseñado por el arquitecto Gottfried Semper, de ahí su nombre.
Ópera estatal de Dresde |
Estatua del rey Johann |
Frente a este monumento se puede observar la Hofkirche o catedral de la Santísima Trinidad, restaurada en su totalidad, al igual que el resto de los edificios.
Siempre sobre la misma plaza se puede apreciar el Palacio Zwinger, inspirado en Versalles.
Por último, desde la Theaterplatz se puede apreciar también el Palacio de Dresde.
Tras ello, recomiendo tomar la Augustusstrasse, en la que se puede admirar el espectacular mural llamado Procesión de los Príncipes, que representa a los gobernantes de Sajonia a través del tiempo.
·
·