Pese a que viajo mucho, nunca pensé seriamente en la posibilidad de realizar un crucero. Si, es cierto, navegué bastante en mis vacaciones, por ejemplo navegué por el Rin en Alemania, por el Rio de la Plata hacia Uruguay, recorrí los lagos de la Patagonia Argentina....pero lo que se dice un crucero, nunca. Es que a mí me apasiona calzar zapatillas y perderme por lugares nuevos y desconocidos , entrar en las tiendas, probar sabores nuevos, descubrir e interactuar con culturas diferentes, y siempre pensé que un crucero era otra cosa. Siempre consideré que en un crucero el protagonista es el barco y no el destino. Pero, a pesar de eso, este año decidí probar, y me lancé al mar con la mente abierta en busca de experiencias nuevas.
Contraté un paquete mixto, es decir, un paquete en el cual tendría días en tierra firme para pasear por dos destinos, y en medio de los destinos, un crucero. La empresa que contacté es de origen griego. Y...¿por qué contraté esta empresa extranjera para mi? Bien. En primer lugar, los precios son muy convenientes. En segundo lugar, sus paquetes mixtos no los pude conseguir en mi país. En tercer lugar, porque es una agencia muy responsable y cumplidora. Y en cuarto lugar porque, obviamente, mi crucero no sería por cualquier parte. Sería por mi amada Grecia y sus bellísimas islas.
Tomé un vuelo a Atenas con conexión en Roma. La verdad fue bastante estresante pues en la clase turista o económica (los nombres varían según las aerolíneas) cada vez hay menos espacio entre asientos. Sentis que tus rodillas están rozando tu garganta !!! Pero bueno, todo era soportable si pensaba en el destino que me esperaba.
Finalmente, llegué a Atenas. Me alojé en un hotel de 3 estrellas el barrio Psirí, muy recomendable ya que está cerca del centro de la ciudad y de los monumentos importantes, pero, a la vez, es un barrio muy tranquilo y con mucha vibra. Y caminé sin prisa pero con enorme placer y emoción dos días por Atenas. Recorrí varias veces la calle Adrianou, que bordea los sitios arqueológicos más importantes como el Hefestión y los restos de los templos de Afrodita y de Ares. Esta calle peatonal, considerada una de las más largas de Europa, también tiene un ambiente muy activo, ya que está repleta de bares y restaurantes de comida tradicional. Y a lo largo de toda esta caminata, la magnífica Acrópolis allí arriba, imponente y visible durante todo el recorrido. Esta calle culmina en el barrio de Plaka, conocido como "el barrio de los dioses", que es el centro neurálgico de la ciudad. También visité los restos del Ágora Romana, con su Torre de los Vientos y su impresionante arco. Me perdí sin miedo por las callecitas serpenteantes de mi querida Atenas, comí en una taberna, entré en miles de negocios y me tomé un sabroso café en el bar de Melina. Melina Mercouri es una personalidad que admiro profundamente y de quien hice mención en un posteo sobre la Acrópolis de Atenas, pero en este momento estoy pensando que amerita un futuro posteo particular sobre ella.

Los últimos cuatro días de mi viaje transcurrieron en Estambul. Es una magnífica ciudad dividida entre dos continentes: una parte en Europa y la otra en Asia. Caótica y ruidosa, Estambul cuenta con veinte millones de habitantes que circulan desordenadamente por sus calles. Estambul te invade con su aroma a té y especias, y te atrapa con sus magníficas construcciones. Mi hotel estaba a pasos de la calle Ordu, la misma por la que circula el tranvía, y a poca distancia de Santa Sofía, la Mezquita Azul y el Palacio Topkapi. Mi recorrido incluyó también la Mezquita del Sultán Soleimán el magnífico, la Mezquita de Rusten Pasha y la Torre de Gálata. Una corta pero increíble navegación por el Bósforo puso el broche de oro a mi estadía en la otrora Constantinopla. El Gran Bazar y el Bazar egipcio me recibieron con las afamadas delicias turcas y los gritos de los puesteros que intentan persuadirte para que compres. Estambul siempre es un lugar interesante para recorrer, no deja de sorprenderte.

Pero en medio de estas dos fabulosas estadías , estuvo el crucero, que, en definitiva, es el eje de este posteo. Mi travesía partió y retornó al puerto de Lavrion en el sur de Atenas, y en su recorrido de cinco días me acercó a sitios de gran belleza como Mykonos, Patmos, Kushadasi, Rodas, Creta y Santorini. Algunos de estos lugares ya tienen su posteo, otros lo tendrán en breve.
Voy a contarte ahora en forma de lista más o menos ordenada, cómo se desarrolla la vida en un crucero, al menos en el que yo hice:
- El barco en sí mismo era mediano, con capacidad para novecientos pasajeros. Al ser mes de abril, considerada temporada media, todo, tanto el barco como los lugares visitados, estaban bastante tranquilos. En junio, julio y agosto, considerados meses de temporada alta, la realidad seguramente es otra.
- El crucero contaba con diez decks, pero había camarotes a partir del cuarto deck. Cuanto más arriba, más caros los camarotes. Encima de esto, en la cubierta once, había una piscina, dos jacuzzis, varias reposeras, un bar y un restaurante.



- Los camarotes eran cómodos, pero hay que tener en cuenta que si son internos, no tienen ventanas de ninguna clase.
- El paquete dentro del crucero incluía las tres comidas: desayuno, almuerzo y cena, en calidad de buffet. Muy abundante, variada y deliciosa, la comida fue, para mi, lo mejor del crucero. La bebida era libre durante esas comidas, pero sólo aquellas que expendían la máquinas. Si deseabas un vino o una cerveza mejores o un jugo exprimido, eso tenía costo extra.
- Internet....tuve que pagarla aparte también.
- Al momento de subir al barco me informaron que durante la travesía había sólo dos formas de pagar: con tarjeta de crédito, la que debió ser registrada y activada, o con una cuenta en efectivo en la que debía depositar los euros que creyera conveniente para ir gastándolos durante la travesía. Pero si al cabo del viaje no los hubiera gastado en su totalidad, no había devolución.
- El crucero ofrecía también excursiones en los lugares en los que atracaría y que mencioné arriba. Con costo extra, obviamente.
- Con respecto al desembarco en las islas, el crucero no siempre puede atracar en el puerto, por lo que a veces hay que abordar una lancha para que ésta te lleve a destino. O bien, como en el caso de Mykonos, el crucero se detuvo en el puerto pero éste esta lejos del centro, por lo que hubo que tomar un bus hasta el centro. Y en el caso de Santorini, hubo que tomar ambas cosas, lancha y bus. Para descender, en el caso del crucero que yo realicé, había un sistema de turnos. Los pasajeros éramos informados del horario en el que se repartirían los turnos de descenso para que éste sea ordenado. Como yo quería aprovechar hasta el último segundo de mi tiempo, me instalaba en la ventanilla en la que repartían los turnos media hora antes, de modo de obtener siempre el primer lugar para desembarcar. En otros cruceros el desembarco se realiza por deck.
- El tiempo con el que disponíamos para bajar y recorrer el lugar era mínimo. Salvo el caso de Rodas, en los demás lugares fueron cinco horas desde que el barco atracó hasta que volvió a zarpar. Pero si consideramos que desembarcar lleva tiempo y hay que volver al menos media hora antes de la hora de zarpar.....no contamos con más de tres horas limpias para recorrer el lugar.
- La tripulación fue sumamente amable y hablaban varios idiomas.
- Durante el día, se desarrollaban variadas actividades para que la navegación fuera más llevadera, como clases de baile, de cocina, de origami, etc. En los bares siempre había artistas cantando y ofreciendo su música, y por las noches había obras de teatro y discotecas para quienes lo desearan.

- Una de las últimas noches, el Capitán del barco ofreció una cena para presentar a su tripulación. Esta cena era con costo adicional, y había que vestirse muy pero muy elegante. Pero por suerte, era opcional asistir.
- El barco contaba con un duty free que abría mientras el barco estaba navegando, en el que se podían comprar cosas típicas, en este caso, de Grecia, pues el barco era griego.
En resumen:
LO BUENO
- es una experiencia diferente
- la comida
- los entretenimientos
- la amabilidad de la tripulación .
LO MALO - todo se paga aparte
- todo es muy caro en el barco
- la piscina es demasiado pequeña para tantos pasajeros, y no hay suficientes reposeras para todos
- Si tu idea es conocer, el tiempo disponible no es suficiente para conocer los destinos
- si tenes problemas de encierro, rompé la alcancía y contratá un camarote externo, pues el interno no tiene absolutamente nada, ni una hendija.
- tenés horarios para todo: para comer, para pasear, etc.
Como conclusión, te cuento que, para mi y sólo para mi, la experiencia fue buena, si, pero mejor es recorrer el destino elegido a tu aire y libremente, sin la presión de un horario; comer a la hora que desees, lo que desees y donde desees; hacer lo que te gusta y no aquello que hay. Comprobé que, definitivamente, en un crucero el protagonista es el barco y no el destino. El crucero es una manera lujosa de vacacionar , donde se prioriza el consumo y no el turismo. Igualmente, realizar un crucero era un pendiente para mi, y estoy contenta de haberlo hecho.
Mi consejo es que , si estas queriendo hacer un crucero, empieces por uno de pocos días, como hice yo. De este modo, si no te gusta, terminará pronto. Y si te gusta, podrás hacer uno más largo la próxima vez.
Hay cruceros de muchas empresas que recorren los diferentes mares del mundo, pero también los hay fluviales, como cruceros por el Rin, el Nilo, el Danubio....
Vos...Cuál vas a elegir?