sábado, 17 de marzo de 2018

PAMUKKALE y HIERÂPOLIS



Hay muchas cosas sorprendentes para ver que uno a veces ni siquiera sabe que existen.  Cuando yo, por razones de fuerza mayor (como conté en otra entrada) tuve que cambiar mi viaje de Egipto a Turquía, nunca imaginé que iba a ver cosas tan alucinantes, raras e increíbles como las que vi en ese país.  Una de esas cosas que te dejan con la boca abierta y sin poder articular palabra es Pamukkale, conocida como Los Castillos de Algodón.
Este lugar natural y muy turístico se encuentra en el sudoeste de Turquía, en el valle del río Menderes.  Es una región en la que se disfruta de clima templado todo el año.  Pero.....¿qué son los Castillos de Algodón?  Veamos.
El río Menderes corre por un valle entre un farallón de 200 metros de altura.  Un farallón es el conjunto de rocas altas y cortadas verticalmente que se alzan a ambos lados del río en este caso. Parece ser que el valle del río Menderes se encuentra sobre una falla geológica en la que se producen  terremotos y movimientos tectónicos.  Estos movimientos  dieron lugar a la aparición de unas especies de fuentes de agua termales a una temperatura de unos 35º con un alto contenido de minerales, sobre todo calcio y travertino. El calcio chorrea, por así decirlo, por el farallón sobre las gruesas capas de piedra caliza y cae en forma de cascada por las laderas de la montaña, creando la sensación de una cascada de agua congelada muy blanca.  Este aspecto increíble y único le valió al sitio el nombre de Pamukkale o Castillos de Algodón en idioma turco.








La presencia de aguas termales atrajo a  los gobernantes de Pérgamo, sobre todo al rey Eumenes II, quien hacia fines del siglo II a. C, hizo fundar la ciudad sagrada de Hierápolis en esa región.  Por la presencia de estas aguas que eran consideradas curativas, Hierápolis era una especie de ciudad hospital. Hay varios testimonios en las piedras de las ruinas que hacen alusión a Esculapio, dios de la curación en la mitología griega. Pero como es obvio, muchas personas no se curaban solamente por sumergirse en esas aguas, por lo que existen variados y amplios cementerios en las ruinas de la ciudad.  Caminar por las calles de esa antigua ciudad es un verdadero viaje en el tiempo.  

      

Es cierto, la ciudad está en ruinas producto de los terremotos que la fueron devastando, pero pese a eso uno puede imaginar claramente cómo era la ciudad en épocas de esplendor.  De hecho, el el año 17 durante el reinado de Tiberio la devastación fue casi total, pero la ciudad fue reconstruida y transformada a través de los siglos y los reinados.
Más tarde, pasó a formar parte del Imperio Romano y durante esa etapa Hierápolis fue un centro de descanso de los nobles que disfrutaban de las aguas termales.  También es recordada por haber sido la ciudad en la que el apóstol Felipe fue martirizado y crucificado en el año 87 por órdenes del emperador Domiciano.

Para entrar a la antigua ciudad hay que atravesar el Arco de Domiciano y así se accede a la calle Plateia que es la vía principal de la antigua ciudad.



A medida que caminamos por esta vía pasamos por las termas públicas, la palestra, en la que se podían realizar actividades físicas y luego las estancias privadas.



Mas adelante encontraremos el teatro y el templo de Apolo






Al final de la ciudad están las necrópolis, con más de 1200 tumbas





Ambas, Hierápolis y Pamukkale, fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1988. A partir de ese momento, se empezaron a tomar medidas para su conservación, ya que estaban bastante abandonadas.  Por ejemplo en Pamukkale en principio, ya no es posible zambullirte en las piletas.  Con un poco de suerte podrás meter tus pies en el agua.  Pero CUIDADO !! Si bien lo tendrás que hacer descalzo,  el calcio cristalizado es muy cortante así que tené precaución.  Quizás te convenga más sentarte y dejar tus piernas colgando dentro del agua. Como medida de conservación, además, van variando deliberadamente la circulación del agua.
El recinto abre desde el amanecer hasta el anochecer .
Para llegar a Pamukkale  podrás hacerlo desde Estambul o bien desde el interior de Turquía.  Yo fui desde Konya, por ejemplo. Pero también podrás ir desde Esmirna.  Depende de como hayas armado tu viaje o si estás viajando con un paquete ya armado. Para ir en transporte público debes necesariamente ir hasta Denizli para desde allí acceder en autobús a Pamukkale.  Yo te recomiendo que contrates excursión. La explicación es muy importante para entender el lugar y además es mucho más práctico.

Pamukkale es un lugar que no podés dejar de visitar si vas a Turquía.  Un verdadero imperdible.



















3 comentarios:

Viviana dijo...

Tu relato en tan bueno que viaje a Pamukale y Hierapolis ¡¡¡ gracias y felicitaciones ��������

MarisaViaja dijo...

Gracias !!! Me encanta que conozcas ese hermoso lugar y que mi narración te haya servido e inspirado. Beso

MarisaViaja dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.